Los nootrópicos, también conocidos como drogas
inteligentes, son suplementos que mejoran el funcionamiento de los procesos
cognitivos, como la concentración, la memoria y la creatividad. Asimismo,
protegen al cerebro del deterioro producido por el paso de los años.
Hay que aclarar que a pesar de la denominación
de “drogas inteligentes”, los nootrópicos no son drogas y
apenas tienen efectos secundarios. Algunos son considerados fármacos, mientras
otros son suplementos nutricionales.
Algunos de los más conocidos nootrópicos
Existen nootrópicos naturales como la cafeína,
el ginkgo biloba, la acetil-l-carnitina, la colina y el ginseng. Y también
están los sintéticos, de los cuales el Piracetam es uno de los más conocidos y
de los más investigados.
El Piracetam fue sintetizado en Bélgica, en el
año 1964. Es uno de los nootrópicos más utilizados para mejorar la fluidez
verbal, la concentración y la memoria, además de ralentizar el deterioro de las
facultades cognitivas en personas mayores. También es uno de los más
estudiados, se conocen bien sus efectos y se sabe que consumirlo no tiene
consecuencias indeseadas.
Propiedades de las drogas inteligentes
- Protegen el cerebro.
- Facilitan el aprendizaje.
- Potencian la capacidad de atención, de concentración y la memoria.
- Aumentan la sensación de bienestar.
- Favorecen los procesos creativos.
Contraindicaciones y efectos secundarios de los nootrópicos
Los nootrópicos no tienen apenas efectos
secundarios, aunque hay que diferenciar entre los que son
considerados fármacos y los suplementos nutricionales, e informarse adecuadamente
en cada situación. Si se sufre algún tipo de enfermedad crónica o se toman
medicamentos, siempre es conveniente consultar con un profesional de la salud.
También hay que saber que, además de los
nootrópicos, es muy importante mantener la mente activa y hacer ejercicio
físico, ya que actualmente se conocen los beneficios que proporciona el deporte
a la salud mental, entre ellos favorece la creación de nuevas neuronas y
aumenta la plasticidad del cerebro.
Beatriz Moragues - Derechos Reservados
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