La marihuana medicinal se utiliza para aliviar los síntomas, graves o crónicos, de diversas enfermedades. Contiene distintos compuestos activos, pero son especialmente dos los que más se han estudiado hasta la fecha: el CBD (cannabidiol) y el THC (tetrahidrocannabinol).
La
marihuana es una planta del género Cannabis sativa. Tiene la
singularidad de producir cannabinoides, unas sustancias similares a las
producidas por el propio organismo. Desgraciadamente, su catalogación como
psicotrópico dificulta enormemente las investigaciones. Sin embargo, se sabe
que mejora considerablemente la calidad de vida en personas que sufren
enfermedades crónicas.
Historia de la marihuana
En la
antigüedad se ha utilizado como alimento, para cultos religiosos y para alcanzar
estados místicos por medio de la inhalación.
Hay
constancia que distintos pueblos del pasado han hecho uso del cannabis. Lo
encontramos en tratados médicos chinos del siglo I, y lo han utilizado asirios,
griegos, egipcios, romanos y cartagineses.
A partir
de ese momento se utiliza para la construcción de barcos, para elaborar prendas
de vestir y en la composición de algunos medicamentos.
A
mediados del siglo XIX el cannabis vuelve a formar parte de la farmacopea,
hasta que a finales del mismo siglo con la aparición de los barbitúricos y la
aspirina, comienza una campaña de demonización de esta planta, a la que se
culpabiliza de todos los males posibles y se asegura que los jóvenes que la
prueban se convierten en asesinos, violadores o acaban ejerciendo la
prostitución. La prohibición a nivel mundial llega en 1961.
Pero la
potencia y la importancia del cannabis, ha hecho imposible su desaparición. Tan
transcendental es, que las personas, y todos los mamíferos, poseemos un sistema
en nuestro cuerpo denominado sistema endocannabinoide, que es activado
por estas sustancias, al mismo tiempo que también las produce de un modo
natural.
El sistema endocannabinode del organismo
El sistema
endocannabinoide regula distintas funciones del organismo, como la inflamación,
el sueño, el apetito, el control del dolor, etc., y se ocupa de mantener el equilibrio
de los sistemas internos del cuerpo.
El CBD y el THC
Se ha comprobado que estos compuestos dan mejores resultados con el dolor crónico, que con el dolor agudo. Y funcionan bien en distintas enfermedades, desde cáncer y migrañas, hasta artritis y fibromialgia.
El CBD,
además de disminuir el efecto euforizante del THC, es antipsicótico,
antiespasmódico, ansiolítico y analgésico.
Cannabinoides y cáncer
También
se conoce su efectividad para tratar los efectos secundarios de la
quimioterapia, como las náuseas, los vómitos y la falta de apetito.
Cannabinoides y enfermedades neurológicas
Enfermedades que se pueden tratar con cannabinoides
Se ha
comprobado que el CBD es un gran anticonvulsionante, eficaz para tratar los ataques
epilépticos. Se ha probado este efecto beneficioso sobre todo en niños con
el síndrome de Dravet, de West o de Lenox-Gastaut. Estos tipos de epilepsia
producen ataques de más duración, con el consiguiente peligro de que causen
daños cerebrales irreversibles. En ocasiones, ha sido el único tratamiento al
que han reaccionado los pacientes.
En las enfermedades
inflamatorias del intestino, también los cannabinoides se presentan como un
remedio importante para reducir la inflamación y mejorar la calidad de vida de
las personas.
Los
dolores que provocan enfermedades como el reuma o la artritis, también se ven
reducidos por los cannabinoides, que también actúan sobre la inflamación que
provocan algunas de las dolencias reumáticas.
El CBD en el síndrome de Dravet
Al nombrar esta enfermedad es inevitable no
asociarla a la pequeña Charlotte Figi, nacida en octubre de 2006 en
Colorado Springs (EEUU). Con tan solo tres meses de edad comenzó a sufrir
convulsiones, sus padres desesperados recorrieron multitud de médicos que le
realizaron cientos de pruebas, hasta que uno de ellos le diagnosticó el síndrome
de Dravet. La medicación no parecía hacerle efecto y la niña empeoraba cada
día, sufriendo ataques que en ocasiones se podían prolongar hasta treinta
minutos. A los dos años, la niña no hablaba, no podía comer y tampoco andaba.
Su calidad de vida era pésima.
Sus padres descubrieron casualmente el caso de
un niño con la misma enfermedad, que había mejorado muchísimo tomando aceite de
cannabis y decidieron probarlo in extremis. El resultado fue asombroso,
las crisis comenzaron a remitir espectacularmente y Charlotte recupero su vida.
Este año 2020 Charlotte hubiese cumplido
catorce años, pero no pudo ser. Falleció en abril, fue una víctima más del
coronavirus Covid-19. Su madre escribía en sus redes sociales: “Charlotte ya no
sufre. Ella está libre de convulsiones para siempre”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario