El
intestino es permeable de un modo natural, ya que deja pasar diminutas
moléculas que hacen posible que el organismo pueda absorber los nutrientes. Sin
embargo, en ocasiones el intestino se puede inflamar propiciando que esa
permeabilidad sea excesiva y permita que pasen al torrente sanguíneo toxinas,
partículas de comida y microbios.