lunes, 13 de marzo de 2017

La comida que nos enferma

En los últimos años, la alimentación y todo lo que la envuelve ha ido cambiando paulatinamente. Ahora consumimos todo el año frutas y verduras, sin importar que sean de temporada o de dónde procedan. Hay frutas que no saben a nada, pero además están repletas de pesticidas que no vemos ni percibimos, pero que llegan a nuestro organismo sin querer.


Agrotóxicos en la cocina


Actualmente se sabe sin ninguna duda, que la dieta está relacionada directamente con muchas enfermedades, como la diabetes, el cáncer, y las dolencias cardiovasculares y reumáticas. El abuso de comidas procesadas y de azúcares, son dos hábitos que tarde o temprano repercutirán negativamente en la salud.

Pero más allá de eso, están los enemigos invisibles que consumimos con los alimentos, los pesticidas y herbicidas que lo inundan todo sin remedio, a no ser que se consuman productos ecológicos.

Estas sustancias utilizadas continuamente, provocan que malas hierbas e insectos generen resistencia, lo que lleva a utilizarlas de manera más frecuente y más abundante.


Herbicida
Imagen de wuzefe en Pixabay

Generalmente se nos dice que las cantidades que se utilizan no son preocupantes para la salud. Este discurso se ha utilizado siempre, incluso con productos que con el tiempo han sido retirados del mercado al comprobarse su efecto dañino. Recordemos el tristemente famoso DDT, un insecticida descubierto en 1939 y utilizado  para acabar con las plagas de insectos en el campo. Después de la Segunda Guerra Mundial se utilizó de forma abundante, sin tener la seguridad de su inocuidad para el medio ambiente y para las personas. En 1962 surgieron los primeros signos de alarma y se comprobó que afectaba a la reproducción de las aves, además de crear resistencia en distintos insectos. Ante este hecho, se aumentó la cantidad para seguir tratando las plagas agrícolas. Más tarde se relacionó con enfermedades hepáticas, nerviosas y con el cáncer de mama en las mujeres. El DDT se prohibió en 1972.

Se sabe que verduras y frutas en ocasiones contienen agrotóxicos en cantidades superiores a las recomendadas, sin contar con las mezclas que se producen y que resultan sumamente perjudiciales para la salud.

Y a esto se puede añadir la cantidad de aditivos que les agregan a los alimentos, para mejorar su apariencia, su conservación o su sabor. Podemos citar como ejemplo el E-171, que está siendo investigado en Francia por ser un posible carcinógeno, y que se añade a chicles, dentífricos, galletas, golosinas infantiles, yogures, cremas solares y cosméticos.


Entre el hambre y la obesidad


Producimos suficiente comida para todos, pero a pesar de ello, más de 800 millones de personas pasan hambre. Resultaría hasta cómico, si no fuese por la tragedia que representa, escuchar a los defensores de los alimentos transgénicos asegurar que con ellos se terminaría el hambre en el mundo. No son transgénicos lo que hace falta, lo que se necesita es voluntad y tener claro que las personas son más importantes que los intereses económicos.


Hamburguesa
Imagen de jimmyxrose en Pixabay

Mientras en el mundo rico se tiran millones de toneladas de comida y la gente enferma por comer demasiado y mal, en otras partes del mundo millones de personas mueren de hambre. Y esto también forma parte del negocio de los alimentos.

Beatriz Moragues - Derechos Reservados


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